Regresa el Museo Arqueológico Ambato a La Falda

Luego que fuera saqueado en febrero de 2008, reabrirá mañana sus puertas. Día de fiesta para la cultura de la ciudad.

 Falda. Mañana lunes, luego de más de seis años que el Museo Arqueológico Ambato cerrara sus puertas en esta ciudad, producto de un saqueo delictivo, regresarán el 30 por ciento de sus piezas rescatadas a su hábitat natural: la antigua casona de Cuesta del Lago al 1400 de Villa Edén.

Fue un largo camino de esfuerzos de la Asociación Civil Amigos del Museo Ambato, que no escatimaron esfuerzos para que mañana sea un día de fiesta para la cultura de esta ciudad de Punilla.

En horas del mediodía se aguarda un camión de Gendarmeria Nacional que custodiará la valiosa carga, proveniente de la Reserva del Museo de Antropología de la Universidad  Nacional de Córdoba, transportando piezas de los pueblos precolombinos del noroeste del país.

Como estreno se inaugurará un puesto Museográfico en el lugar, para luego la reapertura final.

Las conversaciones al momento determinan que el museo estará manejada en forma tripartita: Asociación Civil,. Municipalidad de La Falda y el Ministerio de Cultura de la nación.

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El viejo encanto de la calesita, en el Parque General Paz

Su mentor es José Mauro Giordano, de quien podría decirse que es pionero de los carruseles en Córdoba. En 1970, instaló el primero.

Sólo ellos lo saben; en sus pequeños corazones están bien guardadas las llaves de una fascinación única, intransferible. Tanto que no la pueden contar: todavía no conocen las palabras que puedan describir sus emociones en torbellino, y cuando las conozcan, acaso el sentimiento ya se haya extraviado, o se 
haya vuelto impreciso, casi esquivo.

Es cosa de niños, sí, quizá no hay manera de entender tanta intensidad si no se tienen los ojos nuevos para ver con asombro y empecinada ilusión las cosas del mundo, en esa versión mínima que tenemos alrededor de la mirada, pero que siempre nos da la certeza de que estamos frente a la gran invención: la vida.

Uno puede pedir permiso, treparse, sentarse en el mateo en miniatura y girar, girar, girar… Eso es: dar vueltas, viajar a ninguna parte, andar para quedarse acá, en el mismo lugar, en el mismo instante, casi.

Y mientras la Marcha de Osías (la del osito en mameluco, de María Elena Walsh) trae noticias de aquella lejana ensoñación con fondo de fritura de vinilo, por la traza de los caballos que viajan adelante, se entiende con claridad que hay una cuestión de tamaño: desde la estatura de la infancia, las cosas, la distancia, la perspectiva se ven inmensas; y lo pequeño se vuelve compañero; nada de lo que sea objeto no tiene derecho a la vida.

Alejandro Mareco
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